lunes, 4 de abril de 2016

LUZ ENTRE LA NIEBLA (Demetrio Alonso Izquierdo)

He pasado meditando,
junto al banco solitario,
la farola rota,
y la hierba seca.

Esa tarde tan oscura,
buscaba tu memoria entre la niebla.

Te vi sentada junto al río,
leyendo el paso del agua
sin mover la cabeza.
Con los ojos hundidos,
abrazando un libro de poemas.

Te vi,
hasta que la luz entre los árboles,
iluminó tu ausencia.


Demetrio Alonso Izquierdo
de su libro de poemas “Sueños y Nostalgias”

jueves, 31 de marzo de 2016

SONETO A MIGUEL HERNÁNDEZ (Jorge Galán)

Del que se hace, del que se siente, del que se escribe,
del que mienten que el bonito fue un primero.
Del que sólo logras dar si lo recibes,
del que no le pidas peras, si da “peros…”

Del que no se guarda para cuando no haya,
del que sabes de verdad si es verdadero.
Del que dice, si te vas, que no te vayas,
del que no tiene mitad porque es entero.

Del que obliga a los que escriben sobre él,
al dictado de ese “rayo que no cesa”
las palabras que rebosan sus tinteros...

Mi avariciosa voz no las encuentra, Miguel (*),
lo grita, lo sufre, lo confiesa...
Y de tu almendro de nata las requiero...

                                                   (*) Miguel Hernández

Jorge Galán

miércoles, 30 de marzo de 2016

BENDITA LOCURA (Francisco Bermejo)

Siento la necesidad,
bendita necesidad,
de llorar en tinta mi destino,
lamer las heridas provocadas
por constantes caídas
desde el más alto escalafón de mi locura.


Vacías siluetas de amor
irrumpen en mis sueños
convirtiendo en pesadillas
las noches de mísera oscuridad,
destellos de luz homicida
rasgan mi piel para sabotear mi corazón,
maldito espíritu errante
forjador de delirios ilusionista
sin varita ni chistera.

Y me incorporo,
me siento empapado en el lecho que me acoge,
gritos desgarradores de lobos hambrientos de vida
se clavan como cuchillos en mi sien adormecida,
mis manos huyen de sus dedos,
mis dedos se quiebran rígidos,
mi alma incorrupta escupe sudor de soledades,
arrogante, traidor titiritero que caminas
por un alambre sostenido por el miedo infame,
deja que descanse y que mi voz,
que mi voz sea mi consuelo.

Francisco Bermejo

MI CUARTO



Dos jirafas que me observan, preocupadas, como si no me hubieran visto nunca, a pesar de que duermen todas las noches frente a mí. Marlene Dietrich que me mira fijamente desde un cuadro, y me traspasa, porque está muerta y los muertos lo traspasan todo. Un farol imitación a antiguo que cuelga del techo en un rincón. Un reloj despertador muy viejo, detenido a las seis y veinticinco, que ni tulle ni mulle. Una estatua muy bella y estilizada de una diosa hindú. El retrato de un tigre verde. Pequeños espejos enmarcados de diferentes formas y tamaños, que me miran, si no es uno es otro, pero siempre hay alguno que me refleja. Un armario antiguo, labrado y marrón, con dos puertas de espejo de cuyos tiradores cuelgan dos borlas beige de flecos dorados, que recuerdan aquellas acogedoras y lejanas estancias parisinas forradas de terciopelo. Un sombrero olvidado. Una gorra plana que nunca me pongo. Un baúl y otros bonitos muebles a juego con un tiempo que ya no está, que se marchó antes de que pasara su tiempo. Un cuadro de una geisha de otro mundo; zapatos por el suelo, la ventana cerrada al ruido y a la luz, una vieja silla estilo Luís algo, un sillón modernista y anatómico plegado en un rincón. La cabecera de la cama imitación piel de guepardo, libros junto a mi silueta sobre las sábanas. Retratos, cajas, maletas y bolsos, en una estancia blanca de altos techos sin lámpara. Todo está entremezclado, en paz y sintonía, mis cosas y otras tantas cosas de las vidas que por aquí pasaron.

Luís Corrales, publicado en la Revista Literaria Psicopompo Librería-Café Ediciones Liliputienses 2016

viernes, 3 de abril de 2015

Uadyet (la diosa cobra)

Estoy en el desierto, otra vez el desierto ¿por qué siempre aparezco en este lugar? ¿Por qué es aquí donde un hombre se encuentra a solas con su alma?
Pero en la búsqueda de mi alma encuentro esta arena ardiente, dorada y escurridiza cual serpiente ligera que me abrasa los pies.
Aquí la presencia de Ra es inmensa, angustiosamente poderosa, tan solo el leve cobijo de Set me ayuda a mantenerme en pie y la presencia de Amón me empuja a continuar, él mantiene mi mente despierta. ¿Cómo he llegado hasta aquí? Es todo tan confuso, en este mar de sol y arena los sueños se confunden con la realidad, se dan la mano y pasean juntos entre las dunas, cual enamorados, se abrazan y se esconden tras las rocas, mientras yo intento guardar la sangre fría en este infierno de fuego, haciendo grandes esfuerzos para no sucumbir al cansancio. Si mis fuerzas me abandonan pronto seré pasto de las alimañas y las hienas se reirán hasta que mi alma abandone para siempre este mundo. Osiris me espera paciente, está escrito en las estrellas y en el libro sagrado del Anduat.
El cielo es una bóveda plateada y deslumbrante, únicamente quebrada por la negra silueta del halcón Horus, que se interpone entre Ra y la tierra, entre Ra y yo. Ahora que advierto su presencia me siento más tranquilo, me reconforta saber que gozo de tan grata compañía. Daría mi vida por llegar hasta el Nilo y beber su agua, bañarme como un pez, dejarme acariciar por su corriente... Pero debo seguir, estos pensamientos no deben apartarme de mi tarea... ¿mi tarea?... Para realizarla es necesario que sepa de qué se trata, debo concentrarme o de lo contrario…
Sigo caminando, el calor es más fuerte, más asfixiante, mis pies comienzan a agrietarse y la arena me abrasa las heridas. De mi cuerpo emana un sudor ardiente y salado, las rodillas se me doblan, no soportan apenas el peso de mi cuerpo. La vista se nubla, el cansancio es insoportable, pido clemencia… Ataviado únicamente con un humilde faldellín soy presa fácil de la inclemencia abrumadora del poderoso y altivo Ra… el corazón galopa desbocado, mi cabeza está a punto de estallar, los pulmones me arden… los pies se hunden en la arena y siento una punzada de fuego: de donde tengo incrustado uno de mis pies surge un escorpión anaranjado, ha soltado su veneno sobre mí, ha inyectado en mis venas el fruto de la ira de miles de años. El fluido deletéreo corre ahora por mis venas quemándome las entrañas cual lava de un volcán. Mi cuerpo inerte cae de bruces sobre la arena, ahora formo parte de ella: no puedo respirar, me duelen los pulmones, la pierna está anestesiada por la toxina, mi cabeza da vueltas, no puedo más… me hundo en el fondo del abismo… me abandono definitivamente y siento un gran alivio en mi descanso… Oh Osiris… 
una corona de fuego entorna mi cabeza, me arde, me oprime…

Despierto en una bella estancia ¿será este el reino de Osiris? A pesar de la penumbra observo como los muros y las columnas están ricamente decorados con escenas de la vida cotidiana de Egipto: los campesinos labran la tierra negra, los vendimiadores recogen las uvas del vino, los pescadores los frutos del Nilo, sacerdotes quemando el incienso en los templos… todo es tan hermoso, el universo vive en el equilibrio de Maat. El frescor es intenso, casi frío. Estoy echado sobre una leve estera, intuyo como una presencia se acerca sin ruido, un precioso perfume invade mis sentidos, es el olor de la mirra, una cálida mano incorpora mi cabeza suavemente, acerca un cuenco de madera a mis labios agrietados, entonces, mientras el agua fresca recorre mi garganta, veo su cara, es una mujer hermosa… me dejo caer en el fondo de sus ojos…- tranquilo –me dice con voz apaciguada -todo pasó, cumpliste tu tarea, la diosa cobra Uadyet te salvó y dejó su marca grabada en tu frente, el ureo sagrado, de este modo los dioses te han elegido a ti Nemmosutsehetepibra Sehetepibra, pero de ahora en adelante todos te conocerán como el faraón Amenemhat I.

LCG

viernes, 23 de enero de 2015

Amón

Amón (Imen) en el principio de los tiempos apareció en la colina de Zoma, lugar situado al oeste de Tebas, con él nació lo espiritual. Los sacerdotes de Amón entendieron a la perfección este hecho y desde el Imperio Medio lo potenciaron hasta sus últimas consecuencias, en un detrimento sutil de las demás deidades, llegando a su culmen en el Imperio Nuevo.Este dios invisible formaba, junto a su esposa Mut y su hijo Jonsu, la Triada Tebana.
En los periodos predinásticos y en el Imperio Antiguo, Ra era el dios por excelencia, así como sus hijos Horus, Osiris, Set, Isis y Anubis (para otros Neftis), de los que algunas versiones cuentan que en realidad habían sido humanos (reyes), alzados a la categoría de semidioses, además de Ptah, dios de Menfis. Los monumentos del Imperio Antiguo, como las pirámides de Zoser, Snefru, Keops, etc., eran monumentos de proyección astral, ya que el faraón se reuniría con Ra en el cielo, fruto de la teología heliopolitana.

La primera alusión documental de Amón apareció en los textos de la pirámide de Unas, se le nombra como “el oculto” significado de Amón, pero en la siguiente frase se habla de Osiris, de lo que se deduce la poca importancia de este dios en ese período, siendo considerado como un dios menor hasta la llegada de los príncipes tebanos (nomarcas) de la XI dinastía, sobre todo con Mentuhotep II. A partir de este momento, y posteriormente con el acceso al trono de Amenemhat I de la XII dinastía, la proyección de Amón será imparable. Los sacerdotes tebanos entendían que los dioses celestes eran demasiado “toscos” e intentaron elevar la consideración de un dios espiritual como Amón, y lo consiguieron, siendo este dios el principal hasta prácticamente la desaparición del mundo egipcio propiamente dicho. Fue considerado como restablecedor del equilibrio, después del caos del Primer Periodo Intermedio, y posteriormente como el libertador de Egipto invadido por los hicsos. Se le fusionó con Ra, Amón-Ra, por razones puramente políticas y no prácticas, ya que la ostentación del título de Padre Universal era suya. Los faraones gobernaban Egipto con el “consentimiento” de Amón, hacían la guerra en nombre de Amón y las victorias sobre sus enemigos eran consecuencia de la protección de Amón. Los sacerdotes de Karnak fueron muy sutiles y no impidieron el culto a las demás deidades, imponiendo de esta manera un monoteísmo no excluyente, como si lo hizo posteriormente Akhenatón elevando al dios Atón a la categoría de único. Karnak se convirtió en el templo más grandioso que jamás haya construido el hombre y el poder de sus sacerdotes era inmenso. Muchos faraones lucharon contra este poder, los Amenofis, los Seti, los Ramsés, etc., pero no pudieron, llegando incluso a fundar una dinastía de sacerdotes: la XXI, durante la cual salvaron muchas momias reales de su destrucción, trasladándolas desde el Valle de los Reyes a escondrijos secretos. Los griegos asimilaron a Amón con Zeus, y los romanos con Júpiter, e incluso también tuvo su influencia en los semitas, no siendo descartable (según algunos historiadores) su asimilación a la religión cristiana que preconiza un dios espiritual (padre de Jesucristo), llegando así la influencia de Amón hasta nuestros días como un dios espiritual.

LCG

miércoles, 14 de enero de 2015

SANTIAGO

A la ciudad de Santiago de Compostela


Cae la lluvia sobre las calles de Santiago
recorre acostumbrada las callejuelas,
levanta y se lleva lejos
las huellas de los peregrinos.

Las terrazas abandonadas a la luz de los faroles,
los pasos apresurados
levantan chispas menudas.

Alegres van los caminantes,

empapados bajo el aguacero,
con ese semblante de felicidad
de saber que ya han llegado,
que ya están en Santiago.

Lloran las catedrales y las plazas,
lloran las torres.
Repican las campanas bajo la lluvia...
allá en Santiago.


luis corrales