junto al banco solitario,
la farola rota,
y la hierba seca.
Esa tarde tan oscura,
buscaba tu memoria entre la niebla.
Te vi sentada junto al río,
leyendo el paso del agua
sin mover la cabeza.
Con los ojos
hundidos,
abrazando un libro de poemas.
Te vi,
hasta que la luz entre los árboles,
iluminó tu ausencia.
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