miércoles, 30 de marzo de 2016

MI CUARTO



Dos jirafas que me observan, preocupadas, como si no me hubieran visto nunca, a pesar de que duermen todas las noches frente a mí. Marlene Dietrich que me mira fijamente desde un cuadro, y me traspasa, porque está muerta y los muertos lo traspasan todo. Un farol imitación a antiguo que cuelga del techo en un rincón. Un reloj despertador muy viejo, detenido a las seis y veinticinco, que ni tulle ni mulle. Una estatua muy bella y estilizada de una diosa hindú. El retrato de un tigre verde. Pequeños espejos enmarcados de diferentes formas y tamaños, que me miran, si no es uno es otro, pero siempre hay alguno que me refleja. Un armario antiguo, labrado y marrón, con dos puertas de espejo de cuyos tiradores cuelgan dos borlas beige de flecos dorados, que recuerdan aquellas acogedoras y lejanas estancias parisinas forradas de terciopelo. Un sombrero olvidado. Una gorra plana que nunca me pongo. Un baúl y otros bonitos muebles a juego con un tiempo que ya no está, que se marchó antes de que pasara su tiempo. Un cuadro de una geisha de otro mundo; zapatos por el suelo, la ventana cerrada al ruido y a la luz, una vieja silla estilo Luís algo, un sillón modernista y anatómico plegado en un rincón. La cabecera de la cama imitación piel de guepardo, libros junto a mi silueta sobre las sábanas. Retratos, cajas, maletas y bolsos, en una estancia blanca de altos techos sin lámpara. Todo está entremezclado, en paz y sintonía, mis cosas y otras tantas cosas de las vidas que por aquí pasaron.

Luís Corrales, publicado en la Revista Literaria Psicopompo Librería-Café Ediciones Liliputienses 2016

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