viernes, 3 de abril de 2015

Uadyet (la diosa cobra)

Estoy en el desierto, otra vez el desierto ¿por qué siempre aparezco en este lugar? ¿Por qué es aquí donde un hombre se encuentra a solas con su alma?
Pero en la búsqueda de mi alma encuentro esta arena ardiente, dorada y escurridiza cual serpiente ligera que me abrasa los pies.
Aquí la presencia de Ra es inmensa, angustiosamente poderosa, tan solo el leve cobijo de Set me ayuda a mantenerme en pie y la presencia de Amón me empuja a continuar, él mantiene mi mente despierta. ¿Cómo he llegado hasta aquí? Es todo tan confuso, en este mar de sol y arena los sueños se confunden con la realidad, se dan la mano y pasean juntos entre las dunas, cual enamorados, se abrazan y se esconden tras las rocas, mientras yo intento guardar la sangre fría en este infierno de fuego, haciendo grandes esfuerzos para no sucumbir al cansancio. Si mis fuerzas me abandonan pronto seré pasto de las alimañas y las hienas se reirán hasta que mi alma abandone para siempre este mundo. Osiris me espera paciente, está escrito en las estrellas y en el libro sagrado del Anduat.
El cielo es una bóveda plateada y deslumbrante, únicamente quebrada por la negra silueta del halcón Horus, que se interpone entre Ra y la tierra, entre Ra y yo. Ahora que advierto su presencia me siento más tranquilo, me reconforta saber que gozo de tan grata compañía. Daría mi vida por llegar hasta el Nilo y beber su agua, bañarme como un pez, dejarme acariciar por su corriente... Pero debo seguir, estos pensamientos no deben apartarme de mi tarea... ¿mi tarea?... Para realizarla es necesario que sepa de qué se trata, debo concentrarme o de lo contrario…
Sigo caminando, el calor es más fuerte, más asfixiante, mis pies comienzan a agrietarse y la arena me abrasa las heridas. De mi cuerpo emana un sudor ardiente y salado, las rodillas se me doblan, no soportan apenas el peso de mi cuerpo. La vista se nubla, el cansancio es insoportable, pido clemencia… Ataviado únicamente con un humilde faldellín soy presa fácil de la inclemencia abrumadora del poderoso y altivo Ra… el corazón galopa desbocado, mi cabeza está a punto de estallar, los pulmones me arden… los pies se hunden en la arena y siento una punzada de fuego: de donde tengo incrustado uno de mis pies surge un escorpión anaranjado, ha soltado su veneno sobre mí, ha inyectado en mis venas el fruto de la ira de miles de años. El fluido deletéreo corre ahora por mis venas quemándome las entrañas cual lava de un volcán. Mi cuerpo inerte cae de bruces sobre la arena, ahora formo parte de ella: no puedo respirar, me duelen los pulmones, la pierna está anestesiada por la toxina, mi cabeza da vueltas, no puedo más… me hundo en el fondo del abismo… me abandono definitivamente y siento un gran alivio en mi descanso… Oh Osiris… 
una corona de fuego entorna mi cabeza, me arde, me oprime…

Despierto en una bella estancia ¿será este el reino de Osiris? A pesar de la penumbra observo como los muros y las columnas están ricamente decorados con escenas de la vida cotidiana de Egipto: los campesinos labran la tierra negra, los vendimiadores recogen las uvas del vino, los pescadores los frutos del Nilo, sacerdotes quemando el incienso en los templos… todo es tan hermoso, el universo vive en el equilibrio de Maat. El frescor es intenso, casi frío. Estoy echado sobre una leve estera, intuyo como una presencia se acerca sin ruido, un precioso perfume invade mis sentidos, es el olor de la mirra, una cálida mano incorpora mi cabeza suavemente, acerca un cuenco de madera a mis labios agrietados, entonces, mientras el agua fresca recorre mi garganta, veo su cara, es una mujer hermosa… me dejo caer en el fondo de sus ojos…- tranquilo –me dice con voz apaciguada -todo pasó, cumpliste tu tarea, la diosa cobra Uadyet te salvó y dejó su marca grabada en tu frente, el ureo sagrado, de este modo los dioses te han elegido a ti Nemmosutsehetepibra Sehetepibra, pero de ahora en adelante todos te conocerán como el faraón Amenemhat I.

LCG

viernes, 23 de enero de 2015

Amón

Amón (Imen) en el principio de los tiempos apareció en la colina de Zoma, lugar situado al oeste de Tebas, con él nació lo espiritual. Los sacerdotes de Amón entendieron a la perfección este hecho y desde el Imperio Medio lo potenciaron hasta sus últimas consecuencias, en un detrimento sutil de las demás deidades, llegando a su culmen en el Imperio Nuevo.Este dios invisible formaba, junto a su esposa Mut y su hijo Jonsu, la Triada Tebana.
En los periodos predinásticos y en el Imperio Antiguo, Ra era el dios por excelencia, así como sus hijos Horus, Osiris, Set, Isis y Anubis (para otros Neftis), de los que algunas versiones cuentan que en realidad habían sido humanos (reyes), alzados a la categoría de semidioses, además de Ptah, dios de Menfis. Los monumentos del Imperio Antiguo, como las pirámides de Zoser, Snefru, Keops, etc., eran monumentos de proyección astral, ya que el faraón se reuniría con Ra en el cielo, fruto de la teología heliopolitana.

La primera alusión documental de Amón apareció en los textos de la pirámide de Unas, se le nombra como “el oculto” significado de Amón, pero en la siguiente frase se habla de Osiris, de lo que se deduce la poca importancia de este dios en ese período, siendo considerado como un dios menor hasta la llegada de los príncipes tebanos (nomarcas) de la XI dinastía, sobre todo con Mentuhotep II. A partir de este momento, y posteriormente con el acceso al trono de Amenemhat I de la XII dinastía, la proyección de Amón será imparable. Los sacerdotes tebanos entendían que los dioses celestes eran demasiado “toscos” e intentaron elevar la consideración de un dios espiritual como Amón, y lo consiguieron, siendo este dios el principal hasta prácticamente la desaparición del mundo egipcio propiamente dicho. Fue considerado como restablecedor del equilibrio, después del caos del Primer Periodo Intermedio, y posteriormente como el libertador de Egipto invadido por los hicsos. Se le fusionó con Ra, Amón-Ra, por razones puramente políticas y no prácticas, ya que la ostentación del título de Padre Universal era suya. Los faraones gobernaban Egipto con el “consentimiento” de Amón, hacían la guerra en nombre de Amón y las victorias sobre sus enemigos eran consecuencia de la protección de Amón. Los sacerdotes de Karnak fueron muy sutiles y no impidieron el culto a las demás deidades, imponiendo de esta manera un monoteísmo no excluyente, como si lo hizo posteriormente Akhenatón elevando al dios Atón a la categoría de único. Karnak se convirtió en el templo más grandioso que jamás haya construido el hombre y el poder de sus sacerdotes era inmenso. Muchos faraones lucharon contra este poder, los Amenofis, los Seti, los Ramsés, etc., pero no pudieron, llegando incluso a fundar una dinastía de sacerdotes: la XXI, durante la cual salvaron muchas momias reales de su destrucción, trasladándolas desde el Valle de los Reyes a escondrijos secretos. Los griegos asimilaron a Amón con Zeus, y los romanos con Júpiter, e incluso también tuvo su influencia en los semitas, no siendo descartable (según algunos historiadores) su asimilación a la religión cristiana que preconiza un dios espiritual (padre de Jesucristo), llegando así la influencia de Amón hasta nuestros días como un dios espiritual.

LCG

miércoles, 14 de enero de 2015

SANTIAGO

A la ciudad de Santiago de Compostela


Cae la lluvia sobre las calles de Santiago
recorre acostumbrada las callejuelas,
levanta y se lleva lejos
las huellas de los peregrinos.

Las terrazas abandonadas a la luz de los faroles,
los pasos apresurados
levantan chispas menudas.

Alegres van los caminantes,

empapados bajo el aguacero,
con ese semblante de felicidad
de saber que ya han llegado,
que ya están en Santiago.

Lloran las catedrales y las plazas,
lloran las torres.
Repican las campanas bajo la lluvia...
allá en Santiago.


luis corrales

jueves, 4 de diciembre de 2014

MOBY DICK

Largar trapo,
por allí resopla
codiciando el aire
bajo los graznidos
que presienten.
Ya vienen,
se avistan las siluetas
de los botes desde el abismo.
Al fulgor del tibio azul
inhala ignorante
la daga de la muerte.


luis corrales

martes, 2 de diciembre de 2014

Evolución religiosa en el Antiguo Egipto

Después de las creencias totémicas y animistas de las distintas tribus que habitaban el valle del Nilo, llegamos al Período pre-dinástico donde los cultos de Horus y Set rivalizaban, uno era del delta, en el norte, y el otro del sur, del desierto. Se cree que eran, junto con Osiris, jefes de clanes y no dioses.
Los hijos de Horus vencieron a los seguidores de Set y unificaron Egipto, fundando el llamado Período tinita, puesto que se establecieron en la ciudad de Tinis. En este período el culto a Horus era el principal, los reyes gobernaban en nombre de Horus.
Durante un breve período se retornó al culto de Set, fue bajo el reinado de Peribsen (cuarto rey de la II dinastía). Pero seguidamente Jasemuy (sexto rey de la II dinastía) concilio los cultos de Set y Horus.
En el Imperio Antiguo, período menfita, los reyes se establecen en Menfis y Ptah se convierte en el dios preponderante.
A partir de la IV dinastía comienza a florecer el culto a Ra fruto de la influencia del clero heliopolitano, asentado en la ciudad sagrada de Heliópolis, la ciudad del dios sol, que propugnaba el destino solar del rey. Sólo el rey podía gozar de la inmortalidad celeste, tal y como se describe en los Textos de las Pirámides, cuando el rey difunto va a encontrarse con Ra en el cielo.
Los sacerdotes de Heliopolis se oponían a la concepción osiriaca del Amenti, e hicieron de éste un lugar funesto de donde nunca se vuelve, favoreciendo así sus creencias de la morada de los inmortales, los Campos de Lalu. Surgen las grandes pirámides como proyección celeste.

Durante la V dinastía heliopolitana Abusir se convierte en la capital de Egipto, y se produce el triunfo definitivo de Ra. Aparecen el Libro de los Muertos y los Textos de las pirámides, y Ra continuará como dios supremo hasta el final de la VI dinastía.
En el Primer Período Intermedio el culto a Osiris comienza a tomar fuerza como contraposición a la teología heliopolitana. También durante este período surge la figura de Amón, dios de la ciudad de Tebas.
En el Imperio Medio el triunfo de los nomarcas tebanos, los llamados Antef, y concretamente el faraón Mentuhotep I convierte a Mentu en dios superior por un pequeño periodo, pero con la llegada al poder de Amenemhat, Amón se convertirá definitivamente en el dios supremo del Imperio egipcio, y además se produce la revolución teológica osiriaca, lo que conlleva que todos los egipcios pueden acceder a la vida eterna, no ya a través de la figura del faraón, sino de manera individual. Durante ese período aparecen los Textos de los Sarcófagos.
Asimismo y fruto de la presión del clero heliopolitano, y como medida política, Amón se fusiona con Ra, convirtiéndose en Amón-Ra, aunque en realidad y en la práctica será el dios Amón quien ejerza de rey del panteón kemita.
La evolución religiosa no sufrirá ya grandes cambios hasta el final de la civilización egipcia propiamente dicha, únicamente el breve paréntesis del monoteísmo de Akenatón, quien impuso al dios Atón en detrimento de las demás deidades, durante unos pocos años.
Restablecidos de nuevo los cultos, Amón continuará siendo el dios principal de Egipto.
Surgieron distintos libros funerarios, entre los que destaca el Am-Duat, también llamado Libro de la cámara oculta o Libro del más allá.


luis corrales

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Oh-siris, sin ti estaríamos perdidos


Kephera se levanta temprano, emerge vigoroso entre las colinas de oriente, Ra después de vencer a sus terribles enemigos del submundo, surge renovado en un nuevo día. Tras dedicarle una breve oración, me incorporo y sacudo la arena incrustada en mis rodillas, giro los talones y miró a occidente, al reino de Hathor, comienzo a caminar… ahora Tebas y el propio disco solar quedan a mi espalda, mis pies descalzos abandonan la fresca y negra tierra del Nilo y se adentran en la roja y polvorienta arena del desierto, me dirijo al valle rocoso… el camino es largo, poco a poco los rayos de Kepri comienzan a castigar mi espalda desnuda, aligero el paso, surge el sudor en la frente para corretear hasta la punta de la nariz y caer hasta perderse, mis pies se incrustan en la ardiente arena del desierto y Set me observa desde lo alto de una colina, este es su árido reino, su solitario mundo… comienzan a aparecer las rocas del valle, ahora las colinas se dibujan cercanas y escarpadas… Ra ha alcanzado ya lo más alto del cielo, el calor es asfixiante, torturador, la piel de mi espalda es cuero, los pies corcho insensible… sorteo grandes peñascos y me adentro en el valle de los reyes, estoy en el reino de Hathor, la Divina Vaca Sagrada, Señora de Occidente… continuo por una estrecha vereda, hay dos centinelas, apostados cada uno a un lado del camino, hago un penoso rodeo por entre las rocas y consigo pasar sin ser visto… busco el agujero excavado en el acantilado y penetro en él… 
aaah, el frescor es inmenso… apoyo mi espalda ardiente en la fría roca del hipogeo, qué placer, he abandonado un mundo para entrar bruscamente en otro… respiro con pausa, lentamente mis ojos se habitúan a la intensa oscuridad, retiro el sudor de la frente y paso mi mano sobre el blanco faldellín… comienzo a andar lentamente hacia el interior de la húmeda y oscura serpiente, ahora mis ojos ven casi con normalidad, apoyo mis manos en la áspera roca, fría y suave es la arena bajo mis pies, percibo la ligera inclinación descendente de la galería, una brisa fresca surge del interior… desciendo seis escalones, continuo mi camino… estoy en el reino de Osiris, dios de los muertos, dios bueno y humilde, sabio y benevolente, dios de los hombres sencillos, de todos aquellos simples mortales que engrandecen a sus dioses, de los hombres pequeños que quieren ganarse el favor de la vida eterna y vivir junto a Osiris en el banquete perpetuo…

Oh-siris sin ti estaríamos perdidos… tú nos acoges en tu seno, cuando Anubis nos conduce ante ti, con la calidez de los brazos de Isis y Neftis… Ra recorre sin cesar tu mundo, noche tras noche, venciendo al monstruo Apofis, para surgir vigoroso en un nuevo amanecer… Oh Ra, dios creador, poderoso y altivo en tu Barca Sagrada, escoltado por Horus y Tot, tu fuerza es inmensa y tus enemigos se arrodillan ante ti… Oh Ra, tú, misericorde, cuando surcas el río subterráneo, las almas torturadas por su pasado se regocijan a tu paso, son efímeramente felices, les reconforta tu luz divina y por un momento su sufrimiento se torna gozo…

El hipogeo es inmenso, se diría que no tiene fin, excavado en el calcáreo, desciendo tres escalones más, la tosca roca de las paredes da paso a unos muros rectilíneos grabados con bajorrelieves, estoy cerca de la cámara, las yemas de mis dedos tientan los jeroglíficos de las paredes… es el Amduat, el libro de la cámara oculta… alcanzo una estancia rectangular, seis enormes pilares la sostienen del cielo, está extrañamente iluminada con una luz amarillenta y mortecina y en el centro está el sarcófago de cuarcita… es hermoso, inmensas alas adornan grabadas las esquinas, representaciones de Hathor, Isis, Neftis, Anubis, el cartucho real, los símbolos sagrados, Amun portando el Ank… me acerco despacio, acaricio suavemente el sarcófago, levanto la tapa, aquella que colocaron cuatro fornidos nubios. Allí está el portador de vida, lo abro y dentro de éste hay otro, están maravillosamente decorados, abro el tercer sarcófago… la máscara de oro es de otro mundo, está llena de vida… la levanto y allí está la momia, dejo la máscara sobre el suelo de tierra, un viento gélido recorre repentinamente la estancia, la luz mortecina se diría que parpadea, el Amduat se lee sin descanso en las paredes de la cámara. Deslizo con cuidado mi mano bajo la nuca de la momia y comienzo a desenrollar con delicadeza las vendas que cubren su cabeza, mientras acompaño con susurros los freneticos conjuros de Amduat, poco a poco va apareciendo un rostro dormido… ahora su cara está completamente al descubierto, es tan hermosa como altiva, la incorporo hacía mi, me alzo de puntillas e inclino mi cabeza hacia ella, apenas mis labios resecos sienten levemente los suyos… y súbitamente... la reina abre de nuevo sus ojos…

luis corrales