martes, 2 de diciembre de 2014

Evolución religiosa en el Antiguo Egipto

Después de las creencias totémicas y animistas de las distintas tribus que habitaban el valle del Nilo, llegamos al Período pre-dinástico donde los cultos de Horus y Set rivalizaban, uno era del delta, en el norte, y el otro del sur, del desierto. Se cree que eran, junto con Osiris, jefes de clanes y no dioses.
Los hijos de Horus vencieron a los seguidores de Set y unificaron Egipto, fundando el llamado Período tinita, puesto que se establecieron en la ciudad de Tinis. En este período el culto a Horus era el principal, los reyes gobernaban en nombre de Horus.
Durante un breve período se retornó al culto de Set, fue bajo el reinado de Peribsen (cuarto rey de la II dinastía). Pero seguidamente Jasemuy (sexto rey de la II dinastía) concilio los cultos de Set y Horus.
En el Imperio Antiguo, período menfita, los reyes se establecen en Menfis y Ptah se convierte en el dios preponderante.
A partir de la IV dinastía comienza a florecer el culto a Ra fruto de la influencia del clero heliopolitano, asentado en la ciudad sagrada de Heliópolis, la ciudad del dios sol, que propugnaba el destino solar del rey. Sólo el rey podía gozar de la inmortalidad celeste, tal y como se describe en los Textos de las Pirámides, cuando el rey difunto va a encontrarse con Ra en el cielo.
Los sacerdotes de Heliopolis se oponían a la concepción osiriaca del Amenti, e hicieron de éste un lugar funesto de donde nunca se vuelve, favoreciendo así sus creencias de la morada de los inmortales, los Campos de Lalu. Surgen las grandes pirámides como proyección celeste.

Durante la V dinastía heliopolitana Abusir se convierte en la capital de Egipto, y se produce el triunfo definitivo de Ra. Aparecen el Libro de los Muertos y los Textos de las pirámides, y Ra continuará como dios supremo hasta el final de la VI dinastía.
En el Primer Período Intermedio el culto a Osiris comienza a tomar fuerza como contraposición a la teología heliopolitana. También durante este período surge la figura de Amón, dios de la ciudad de Tebas.
En el Imperio Medio el triunfo de los nomarcas tebanos, los llamados Antef, y concretamente el faraón Mentuhotep I convierte a Mentu en dios superior por un pequeño periodo, pero con la llegada al poder de Amenemhat, Amón se convertirá definitivamente en el dios supremo del Imperio egipcio, y además se produce la revolución teológica osiriaca, lo que conlleva que todos los egipcios pueden acceder a la vida eterna, no ya a través de la figura del faraón, sino de manera individual. Durante ese período aparecen los Textos de los Sarcófagos.
Asimismo y fruto de la presión del clero heliopolitano, y como medida política, Amón se fusiona con Ra, convirtiéndose en Amón-Ra, aunque en realidad y en la práctica será el dios Amón quien ejerza de rey del panteón kemita.
La evolución religiosa no sufrirá ya grandes cambios hasta el final de la civilización egipcia propiamente dicha, únicamente el breve paréntesis del monoteísmo de Akenatón, quien impuso al dios Atón en detrimento de las demás deidades, durante unos pocos años.
Restablecidos de nuevo los cultos, Amón continuará siendo el dios principal de Egipto.
Surgieron distintos libros funerarios, entre los que destaca el Am-Duat, también llamado Libro de la cámara oculta o Libro del más allá.


luis corrales

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