Largar trapo,
por allí resopla
bajo los graznidos
que presienten.
Ya vienen,
se avistan las siluetas
de
los botes desde el abismo.
Al fulgor del tibio azul
inhala
ignorante
la daga
de la muerte.
luis
corrales
Rincón para el esparcimiento, la poesía y la egiptología serán los pilares de este blog, pero no los únicos. Aquí podrán participar todas las personas que lo deseen y que amen las lecturas entre líneas, quieran decir algo o exponer algún poema o narración, todo será bienvenido.
Kephera
se levanta temprano, emerge vigoroso entre las colinas de oriente, Ra
después de vencer a sus terribles enemigos del submundo, surge
renovado en un nuevo día. Tras dedicarle una breve oración,
me incorporo y sacudo la arena incrustada en mis rodillas, giro los
talones y miró a occidente, al reino de Hathor, comienzo a caminar…
ahora Tebas y el propio disco solar quedan a mi espalda, mis pies
descalzos abandonan la fresca y negra tierra del Nilo y se adentran
en la roja y polvorienta arena del desierto, me dirijo al valle
rocoso… el camino es largo, poco a poco los rayos de Kepri
comienzan a castigar mi espalda desnuda, aligero el paso,
surge el sudor en la frente para corretear hasta la punta de la
nariz y caer hasta perderse, mis pies se incrustan en la ardiente arena del desierto y Set
me observa desde lo alto de una colina, este es su árido reino, su solitario mundo… comienzan a aparecer las rocas del valle, ahora las colinas
se dibujan cercanas y escarpadas… Ra ha alcanzado ya lo más alto del
cielo, el calor es asfixiante, torturador, la piel de mi espalda es cuero, los pies corcho insensible… sorteo grandes peñascos y me
adentro en el valle de los reyes, estoy en el reino de Hathor, la
Divina Vaca Sagrada, Señora de Occidente… continuo por una
estrecha vereda, hay dos centinelas, apostados cada uno a un lado del
camino, hago un penoso rodeo por entre las rocas y consigo pasar sin ser visto… busco el agujero excavado
en el acantilado y penetro en él…